Back from USA

Con el peor jet lag que recuerdo: horarios cambiados totalmente, mal cuerpo, dolor de cabeza… pero mereció la pena. Los íngeles, Las Vegas, el Gran Cañón (¡en helicoptero!), Death Valley, el Parque Yosemite, San Francisco y el Big Sur. Muuuchos kilómetros en coche, con mil paisajes que ya se han quedado para siempre en mi mente.

En L.A., cómo no, tuve que pasar por aquí­:

Si alguien no ha visto la pelí­cula (muy recomendable), aquí­ la escena completa:

Más detalles del viaje, cuando se me pase el jetlag… :S

Feliz año 2010

Últimamente tengo un poco abandonado el blog, lo sé… Entre el curro, los cursos varios y las vacaciones, no he tenido tiempo de postear nada las íºltimas semanas. Y como en año nuevo estaba por tierras inglesas, hoy os deseo, con varios dí­as de retraso, feliz año ;)

He estado cinco dí­as por Bristol y alrededores. Siempre habí­a tenido un poco de maní­a a Inglaterra, no sé por qué, y ahora que he estado dos veces en menos de cuatro meses, la cosa está cambiando completamente, ¡me está gustando, y bastante, además! Si pensáis ir por allí­ y Londres está caro, no os lo penséis con Bristol, es una zona preciosa con muchos sitios recomendables. Bristol, Salisbury, Stonehenge, Gloucester y Bath, eso fue lo que nos dio tiempo a ver. Se nos quedó en el tintero recorrer los Cotswolds en coche, otra vez será.

Stonehenge

Baños romanos en Bath

Por supuesto, no me he olvidado de la míºsica ;) A continuación, algunos de los temas que se me habí­a olvidado postear del año pasado. El primero, “Dance the way I feel”, para mi uno de los himnos dance del año (a pesar de las “pintas”…).

Ou est le swimming pool – “Dance the way I feel”

Más electropop con Claps (ni caso al ví­deo)

Claps – “Fold”

Y para terminar, Metal On Metal, con un tema algo techno para lo que suelo postear, pero con un ví­deo realmente interesante ;)

Metal On Metal – “Bastard”

Viaje a Polonia

La semana pasada, por fin, estuvimos visitando Polonia. Llegamos el sábado a Varsovia, directamente desde Alicante. Un dí­a allí­, luego tren a Cracovia, y 4 dí­as después, vuelta de nuevo a Varsovia para coger el avión de vuelta.

Polonia no era de mis paí­ses “preferidos” para viajar, pero una vez vi que habí­a conexión directa desde Alicante, y que la proporción distancia/precio era la mejor, no me lo pensé dos veces: el resto de Europa está más cerca, es más fácil hacer una escapada corta, y Polonia tiene cosas de sobra para tirarse allí­ una semana (como mí­nimo). Un colega, además, me habí­a hablado maravillas de Cracovia… Y sí­, Cracovia es maravillosa. La íºnica ciudad que no se cargaron los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, ya que planeaban quedarse en ella, es espectacular, tiene uno de los más grandes y bonitos centros históricos en los que he estado, y totalmente original. Varsovia, sin embargo, sí­ que quedó arrasada tras la guerra, y se nota en cómo está organizada: todo bastante cuadriculado, grandes avenidas… y el centro histórico, reconstruido de 0 intentándo parecerse lo máximo posible a como estaba antiguamente (y les ha quedado de maravilla, por cierto)

Quizás el plato fuerte del viaje fue el campo de concentración de Auschwitz. No hay palabras para describirlo, uno quizás ve las fotos que he hecho, con tanto verde, y aquello parece hasta bonito si no piensa en todo lo que allí­ pasó…

Algunas cosas que se me han quedado grabadas:
– Varsovia: ciudad medio alemana, medio soviética, con los tí­picos edificios cuadriculados. Me recordaron a algunas zonas de Finlandia (otro paí­s que estuvo bajo la URSS)
– Cracovia: una ciudad de hace 80 años, tal cual, pero hoy en dí­a. Preciosa.
– Iglesias: por todas partes. Una al lado de otra. ¡Y llenas de gente! xD Paí­s ultracatólico, hay monumentos, recuerdos, fotos… de Juan Pablo II por todos lados.
– La comida: ufff impresionantes los pierogi (sobre todo unos picantes y los rellenos de carne-atíºn) y su sopa tí­pica, zurek
– La Segunda Guerra Mundial: es imposible no toparse con ella. Vas paseando por Varsovia, y de repente ves una lí­nea en el suelo que marca el gueto judí­o… más adelante, el monumento al soldado desconocido, la prisión de Pawiak, el campo de concentración de Auschwitz… vayas donde vayas, hay vestigios de ella.
– El idioma: í­bamos avisados de que allí­ no habla nadie el inglés. Y es verdad, tuvimos algíºn que otro problemilla (nada importante), pero a la mayorí­a de jóvenes a los que preguntamos en inglés, nos respondieron perfectamente. Es decir, que tienen más nivel de inglés que en España… Y el polaco, ¡tela! Creo que sólo he aprendido a decir “sí­”, “no” y “gracias-perdón”. No me extraña que lo pongan como uno de los idiomas más difí­ciles de aprender… dirí­a que, el japonés, a su lado me parece fácil…

A continuación os pongo algunas de las fotos que hice por allí­. Puedes ver el álbum completo en picasa.

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El perro y el profesor de Shibuya. (Japón, 8 agosto 2008)

Decidimos acercanos al cruce de peatones más transitado del mundo: más de un millón de personas pisan sus rayas blancas y negras diariamente. Tokyo alberga 55 millones de ciudadanos (áreas perifericas incluidas), así­ que no es de extrañar que posea un punto así­.

Pero el primer dí­a que traspasamos su boca de metro y salimos a su cruce, lo que más nos sorprendió no fue el bullicio, ni las pantallas gigantes de televisión, ni el caos organizado. Lo que más nos sorprendió fue la estatua de un perro, a cuyo alrededor acostumbran a quedar y reunirse los jóvenes tokyotas.

La historia cuenta que tiempo atrás existió un profesor de universidad, al cual su fiel perro acompañaba todos los dí­as hasta Shibuya, donde el profesor cogí­a el metro para ir a trabajar. El profesor envejeció y murió, tal como rige el orden natural de la vida. Tras su muerte, su fiel mascota siguió acudiendo a Shibuya todos los dí­as hasta que también murió. El orden natural de la vida…

En memoria de la fidelidad del can, y en recuerdo de un profesor que dedicó toda su vida a enseñar, el pueblo tokyota les hizo ese monumento, en el punto de la ciudad más transitado, y los jóvenes se han apropiado sabiamente del lugar.

Para reafirmar aíºn más la filosofí­a y el respeto hacia el otro de esta cultura que no deja de fascinarme, al lado de la estatua del perro te encuentras con esto:

¿Increí­ble, no? En Japón esta prohí­bido fumar en casi cualquier sitio, incluso en la calle sólo puedes hacerlo en zonas habilitadas para ello.

Japón. 7 agosto 2008

Nos dirigimos a comer al distrito de Ueno. Un gran parque repleto de museos, templos, y hasta un zoo. En sus alrededores, callejuelas llenas de comercios variopintos: pescaderí­as, fruterí­as, zapaterí­as, ropa de marca, ropa del montón, hasta tiendas de golf…

De los museos poco puedo contar, optamos por no entrar a ninguno tras leer en Kirai que uno de los mejores museos de Tokio, si lo que uno quiere es conocer la historia de esta ciudad, es el Museo Edo.


Ueno from Ramses on Vimeo.

Decidimos finalizar el dí­a en las alturas, en el cosmopolita barrio de Shinjuku. Llegamos demasiado tarde para subir al Gobierno de Tokyo, y en otros rascacielos te cobran unos 8 euros por acceder a ellos, por lo que nos dedicamos a buscar por todo el barrio el Edificio Sumitomo, un impresionante rascacielos de 52 plantas, cuya íºltima (¿o era peníºltima?) planta alberga varios restaurantes, por lo que el acceso es libre. Dar con él es un tanto dificil, porque aunque los rascacielos son eeeeenormes, tienen el nombre en un cartelito en la entrada bien peeeeeequeñito.
Pero lo encontramos, y allí­ estabamos nosotros, tomando un té en la planta 52 contemplando como Tokyo anochecí­a sobre nuestros pies…


Carreteras en el cielo


Rascacielos en Tokyo


Desde la planta 52 del Sumitomo

PD: La míºsica del ví­deo la ha puesto Ram, diciéndome que comienza una nueva sección: “¿qué es lo que suena?” en plan “adivina, adivinanza, ¿qué es lo que tiene el gato en la panza?” Humm…Estoy teniendo un Deja víº rollo Barrio Sésamo

Japón. Jueves, 7 agosto 2008

El jet lag es alucinantemente odioso. Somos incapaces de poner un pie en el suelo a las 7 a.m., y, sin embargo, a las 2 de la madrugada estamos de vigilia…Huuum…¿Habrá serenos en Japón?

Templo Senso-ji. Barrio de Asakusa.

Tras un laberinto de calles comerciales donde intentan venderte objetos de todo tipo: palillos, gorras, kimonos, muñequitas japonesas, gatos de la suerte (eh! ¿no eran chinos estos gatos?), llegamos al primer Templo Japonés que ven nuestros ojos, el más importante de Tokyo: Senso-ji Temple.

La religión mayoritaria en Japón es el Sintoí­smo, y no el Budismo como solemos pensar la mayorí­a de occidentales (aunque hemos visto bastantes templos dedicados a Buda). Un japonés a lo largo de su vida puede acabar mezclando rituales, dioses y costumbres de varios credos, todos guardan en la historia (en mi opinión) un eje comíºn: la consecución de un crecimiento interior que en las religiones occidentales resulta dí­ficil encontrar.

Me gusta esa posibilidad, ir cogiendo de cada religión aquello en lo que creo, y descartar lo que no me hace bien, lo que me coarta, hasta formar mi propia religión, la que mi cuerpo y mente necesitan para crecer y alcanzar la felicidad, el nirvana, o el quinto elemento si es lo que uno desea.

Antes de entrar, conocemos varios rituales, más fijándonos en la gente que leyendo vanales guí­as. En casi todos los templos japoneses existen dos rituales fundamentales antes de entrar.

A la entrada del templo hay una gran vasija, que me recordaba a la marmita de Obelix, en la cual hay cientos de barras de incienso encendidas. El ritual manda que debes dejar que su humo te envuelva la cara. ¿Para qué? No lo sabemos exactamente, buscando por la red he llegado a leer varios motivos, generalmente asociados a la buena suerte, ¡hasta he leí­do que debes dejar que el humo te de en la cara para ser más guapo.! Investigando, resulta que existe una ceremonia del incienso, menos conocida que la famosa ceremonia del té.

También en todos los templos, existe una fuente de la que brotan generalmente varios chorros de agua, con cazos para un ritual encantador. Su costumbre manda que antes de entrar a orar, debes purificar tanto tu cuerpo como tu alma. Para ello, cogen agua en el cazo con la mano derecha y lavan su mano izquierda, cambian el cazo de mano y lavan su mano derecha. Vuelven a cambiar el cazo de mano, vierten un poco de agua en su mano izquierda y se enguajan los dientes (sin llegar a beber), y nuevamente lavan su mano izquierda (con la que han bebido). Ahora ya están listos para saludar a los dioses.

A nosotros nos resultaba un ritual de lo más refrescante, ya que estabamos a 31 grados con un 90% de humedad. Se convirtió en nuestro ritual favorito, y conforme iban pasando los dí­as, empecé a encontrarle el significado que estas gentes le dan. Entonces comencé a hacerlo sin bromas y sin preguntar el por qué. Sencillamente. En una sociedad global en la que dudo mucho que podamos ya purificarnos lo más mí­nimo, un breve gesto como este supone, a la vez, una señal de respeto, y un intento desesperado por aparecer ante los dioses lo más limpio posible.

Si una es capaz de tirarse una hora en el baño acicalándose para una cita, ¿cómo no vas a hacerlo para un Dios? Los japoneses intentan conseguir la pureza de cuerpo y alma en 10 segundos mediante el elemento más puro que conoce el hombre: el agua. Ignoro de que perí­odo data este ritual.

También probamos fortuna al módico precio de 100 yenes. A ver, hay un montón de cajoncitos numerados en carácteres japoneses, y un bote del que tíº sacas uno de esos numeritos, como en la tómbola. Buscas tu cajoncito, lo abres, y…¡tatatachán! “La respuesta a tu futuro en él encontrarás”, como dirí­a el sabio Yoda. ¿qué me tocó? “Regular Fortune”…(podí­a haber sido peor).

Álbum de fotos de Japón

Acompañando al diario de viaje de Nereida, he subido a Picasa algunas de las fotos que hicimos por Japón (¡con mi nueva cámara, sí­!). Podéis ver el álbum en modo de galerí­a o en modo presentación.

Ahora me falta practicar un poco más con la cámara para mejorar la calidad, después de bajarme el manual en castellano o en inglés, porque con el japonés con el que vení­a no me he aclarado mucho :D

Japón. La llegada. 6 de Agosto de 2008.

Lunes, 4 agosto 2008. 10,15 a.m.

Estoy sola en un bar del aeropuerto (Ram ha ido a por unas revistas para el vuelo). Esperando el embarque, que por el momento no parece sufrir retrasos.

Sola, acabo de tomar conciencia de que en poco tiempo estaré pisando suelo japonés. Hasta la fecha, tanto preparativo, nervios, compras, bíºsquedas por internet… no me habí­an dejado pararme y ver la realidad: ¡Nos vamos al Paí­s del Sol Naciente! La que, sin duda, ocurra lo que ocurra, será una gran aventura.

¡Uff! Mariposas en el estómago….¡Allá vamos!

Miércoles, 6 de agosto. 9,30 a.m.

Una larga escala en Milano, 11 horas de vuelo en total, pero ya estamos aquí­. El vuelo con Alitalia ha sido muy bueno. No tenemos imágenes porque justo al de delante nuestra le reprendieron por sacar su cámara (¡¿?!). Hemos viajado en un Boeing 737 (creo) con asientos amplios, almohadas, mantas, comida a lo largo del vuelo, y bebida cada vez que querí­as. Cada butaca contaba con una consola (antigua, pero serví­a para entretener), con videojuegos clásicos, pelí­culas en varios idiomas, míºsica…

Recogemos nuestra maleta, y emprendemos en el “Limousine Bus” (servicio express de autobuses Narita Airport – Tokyo, unos 55 minutos hasta Tokyo Station) el camino a la gran metrópoli. Con un sueño horrible, nuestros ojos son incapaces de cerrarse. Grandioso, futurista, colosal, Blade Ranner, pequeños, que pequeños somos…nuestras primeras impresiones…

Dejamos maletas en el Hotel Kitcho (en el tranquilo barrio de Nihonbasi), y directos a Akihabara (el barrio de la electrónica). Nuestra segunda impresión: ¡Tokyo está loco!

[youtube W2zUMbDJTgI]

Chicas vestidas de muñecas mangas, 100 anuncios publicitarios en menos de 2 metros cuadrados, hombres anuncio al lado con megáfonos chillando, máquinas UFO con cómida y helados Hagen Daz (las de pinzas, que por 200 yenes puedes “atrapar” un premio), 1000 luminosos que hacen que te olvides en qué porción del dí­a estas, si de noche, de dí­a…

Iniciamos nuestra bíºsqueda de una ganga fotográfica, pero regresamos sin éxito, en parte creo debido al flipe que llevamos y a que la tienda que Ram tení­a controlada por internet no tení­a existencias de la cámara que querí­a.

[youtube vqdSUSCD7kM]

Y…¡Oh! Primera sorpresa: aquí­ casi nadie habla inglés. Así­ que nos disponemos con buen humor a hacer uso de nuestros brazos y manos, y esgrimir nuestras mejores artes gesticulatorias durante los próximos 16 dí­as.

20,30 p.m. Estamos agotados…En 20 horas hemos dormido un total de 60 minutos. Regresamos al hotel.

Japón. Regreso del país del Sol Naciente

Ya hemos regresado de nuestra épica epopeya, en la que hemos andado 16 dí­as con los ojos como platos, y la boca abierta en un permanente “¡Ooh…!”. Japón sorprende a cada paso que das, te hipnotiza y te envuelve, tanto en el caos de Tokyo como en la relajación de las colinas de Nara…

Primero, pedir disculpas por un par de motivos principales:

1º. Por no haber escrito nada durante el viaje. Las conexiones al final han estado más difí­ciles de lo que esta neófita en la red creí­a. Además, el iphone será maravilloso, el mejor invento del mundo, y todo lo que vosotros queráis, pero a la hora de escribir, o tienes el lapicito ese, o tus dedazos frustrantemente acaban siempre marcando la letra que no es…

2º. Por no haber escrito nada durante el viaje. Porque cuando pillábamos un mí­nimo de conexión, ¿a qué no adivinais quién no la soltaba ni aíºn prometiéndole la luna…? ;) Y en los ryokanes con acceso libre casi siempre estaba pillado.

Pero no importa, he tomado notas de todo a la antigua usanza: en mi cuaderno de viaje. Os iré dejando fotos, anécdotas, sensaciones, ví­deos…a modo de diario con retardo. Y por ir con retraso precisamente, empezaré por el final de mi diario:

“Me llevo muchas imágenes impresas en la memoria, y muchas sensaciones en la piel y en el gusto.

Hemos visto mil templos, subido montañas, montado en bicicleta, en barco, en tren y hasta en funicular. He bañado mis pies en el Pací­fico, nos hemos emocionado en el Teatro de Kabuki-za, aíºn sin entender una palabra. Hemos llorado de profunda tristeza en Hiroshima y de alegrí­a en Hakone.

Hemos saboreado mil platos, muchos de ellos aíºn sin identificar. Hemos comprado cientos de cosas, y hemos perdido otras para de golpe ganar una experiencia increí­ble (la cual ya relataré en su momento).

Nos hemos encontrado con el bullicio de Tokio, que llega a agobiarte, a hacer que te sientas solo y libre al mismo tiempo; y nos hemos topado con la paz de las calles de una nocturna Miyajima.

De los japoneses me quedo con la amabilidad de sus mayores, y con la sensación de libertad de sus jóvenes.

Me sorprende cómo duermen en cualquier parte, y me pregunto si su nivel de vida estresante no estará relacionado, ya que en otras ciudades “más tranquilas” no hemos visto este fenómeno tanto.

Me quedo también con la imagen de ancianos leyendo manga en el metro. Con la de las “lolitas” enseñando su piernas, pero nunca su escote. Me quedo con los íºltimos dí­as en Nara y Tokio, donde pudimos saborear despacio su mundo.

Descarto los vicios y errores de esta cultura, porque, como todas, es imperfecta, y no hemos venido a eso.

Nos llevamos la mente y el corazón un poquito más abiertos. Y dejamos el alma pendiente deseando volver.”

Tokyo desde el piso 52 de el Edificio Sumitomo